Centro Cultural El Ágora

Vergara, 366

Con una araucaria como parte de su imagen institucional, el centro cultural El Ágora destaca su jardín como “un oasis dentro de la ciudad”. En este jardín interior se desarrollan actividades al aire libre de formación y aprendizaje, y también está disponible para eventos corporativos o familiares.

El centro El Ágora fue creado por iniciativa del sacerdote italiano Ubaldo Santi Lucherini, más conocido como Baldo Santi, originario de la región de Toscana. Miembro de la orden de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios, el padre Santi fue presidente de Caritas Chile desde finales de los años 70, institución donde sirvió por medio siglo impulsando importantes iniciativas. También creó la Clínica Familia para acoger a personas portadoras de VIH. En 1991, con la fundación de El Ágora en pleno barrio universitario del centro de Santiago, buscaba ofrecer un espacio para la juventud atendiendo a sus inquietudes, estimulando el diálogo, y promoviendo la adquisición de conocimientos y la necesidad de aportar al bien común. El proyecto recibió aportes de la fundación alemana Konrad-Adenauer y el nombre aludía al ágora de las sociedades griegas de la antigüedad, lugar público donde las personas se congregaban para debatir principalmente de cultura y política. El año 2012 El Ágora pasó a conformarse en una empresa.

El centro dispone, por una parte, de salones para actividades de capacitación a empresas e instituciones y, por otra, de una residencia universitaria. Estos distintos usos convergen y se encuentran en el jardín interior, al cual se llega desde el hall del edificio.

Este verde espacio cuenta con tres araucarias, palmeras, y buganvilias, entre otras especies. Una de las curiosidades es la presencia de un moai de piedra en el jardín. El origen de esta escultura se relaciona con un proyecto de apicultura de Caritas Chile en Isla de Pascua, el cual motivó en 1997 una visita del padre Santi a este territorio insular. Allí fue contactado por un artesano en piedra quien, a modo de agradecimiento por esa visita y los proyectos realizados en pos de la isla, decidió tallar una réplica a menor escala de los moais ancestrales. Este fue enviado por barco y luego trasladado a Santiago, específicamente al Ágora, implicando una importante gestión logística y la colaboración de muchas personas para lograr instalarlo en el lugar que hoy ocupa.

Por el jardín se accede a una capilla de forma octagonal que es un refugio silencioso, con muros marmolados y un alto mural con la representación de Pentecostés. Cerca de la capilla hay un sector de descanso con la figura de una virgen y, en un rincón, una huerta autogestionada por los residentes. Al fondo del jardín se encuentra un patio más íntimo donde se encuentra la araucaria más alta del recinto. Un último patio, de carácter reservado, cuenta con palmeras, plantas en macetas y… una guardiana: Zucolina, una amorosa perrita que es la regalona del centro y de los residentes.